El concurso buscaba proyectar unas cabinas de dos personas en un centro para hacer yoga en este valle de Portugal, ya conocido por su entorno natural y sus actividades de retiro espiritual. La cabina debería ser autónoma energéticamente e integrarse lo máximo posible en el entorno, cuidando al máximo la huella ecológica del proceso de construcción.
Se proyecta una estructura de madera, diseñada para ser prefabricada en taller y únicamente ensamblarse en obra cobre 4 pilares hundidos en la ladera de la colina. La madera sería proveniente de los bosques del entorno, buscando generar trabajo en el entorno y disminuir la huella ecológica del edificio. EL aislamiento de la misma lo proporcionarían paneles de corcho en fachadas y forjados, material abundante en el entorno.
La principal característica de la cabina proyectada es una piel tensada que recubre la misma por el exterior en forma de gota de agua. Su composición de malla perforada permitiría atrapar el agua de la niebla y rocío generada por los vientos del atlántico y los bosques circundantes, para ser posteriormente recogida mediante una red de canales y tuberías y almacenada para su uso.
Este sistema proveería de agua potable al baño de la cabina. Además, el agua residual proveniente del baño conduciría a unos depósitos naturales con plantas y áridos filtrantes que mediante decantación y filtración natural irían limpiando el agua hasta depositarla en un estanque al pie de la cabina que humedecería el entorno, permitiendo el crecimiento de especies vegetales y el sustento de la fauna de la zona.
La energía eléctrica demandada es producida por unas placas solares ubicadas en la cubierta.
Todo esto genera una cabina de retiro espiritual completamente autosuficiente energéticamente, integrada en el lugar y atractiva como refugio y hospedaje en medio del bosque.